Una furia y muchas más se ciernen sobre las moscas de tu cadáver, en el trabajo nadie te habla, estás a punto para la pesadilla... tus insectos revolotean temerosos y uno es atrapado por esas bocas nuestras.
"- Pues a nadie la parece extraño que lleve yo dos metros de tripas a modo de corbata.
- No, tienes mucha razón, a nadie le parece extraño. ¡Qué extraño!..."

Cuando alguien te habla, señor, sólo es para decirte que de especial no tienes nada, que nada tienes. Y piensas "Pero es que de verdad que no me acuerdo de esto, ya no más tabletas para amainar mis tristezas, si ni tristezas tengo" y el eco del cubículo de 2x5 en que pasas mis días te repite: "...verdad...nada...tabletas...amainar...tristezas....tengo..."
Sólo porque soy un recuerdo hostil, te sientes con el derecho, señor, de mirar la cabellera rubia de la vecina, y cuando la breve pero infranqueable pared de tablaroca te lo permite, le miras los pechos... y yo me río.
Porque todas son unas zorras, menos nuestra madre.
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